Este es el título del artículo publicado por mi en Agencia de Aprendizaje el 05/09/2016 y que ahora reproduzco aquí.
Desde que lo escribí a ahora he tenido algunas entrevistas más con directivos de empresas y la verdad es que se reafirma la experiencia que comento en este artículo.
Cuando hablamos de formación en la empresa, de la empresa y para la empresa, hay distintas partes interesadas a tener en cuenta. Estas partes pueden ser más y la relación entre ellas compleja según tamaño, tipo y organización de la misma.
En cualquier caso habrá una parte que será la que formulará el encargo a la parte docente. Normalmente esta parte no són los futuros participantes en la acción formativa, si no la propiedad, la gerencia o el departamento responsable de las personas. Para simplificar, aquí tenemos también dos posibilidades: que la formación haya sido demandada por las personas que participaran o que surja por iniciativa de la alta dirección. Centrémonos en este último caso: “Formación pensada por la alta dirección”
Vale, a partir de importantes evaluaciones, de constatar una realidad, de leer un artículo o de una noche de insomnio la dirección decide que hay que hacer una formación en la empresa. Es decir, que hay que mejorar el nivel de una determina competencia en una serie de personas de su organización.
Esta situación se da en muchas ocasiones y es totalmente lícita, no tenemos ninguna duda al respecto. Entonces, ¿cual es el “pero” que flota en el aire?.
Pues que los que tienen que aprender a hacer o cambiar su conducta son las personas que participaran y para hacerlo deberán hacer uso de su voluntad, o sea que explicitamente quieran hacerlo.
Nuestra propuesta es que siempre que sea posible se implique a los futuros participantes desde el primer momento y que el docente o facilitador de la acción formativa pueda tener comunicación directa o información lo más cercana posible relacionada con las circunstancias que motivan esa formación.
Estamos hablando de formación no de una simple instrucción. No hablamos de enseñar a manejar una fotocopiadora si no de capacitar para saber decidir cuando es necesario emplearla o podemos prescindir de ella, como podemos hacer un uso eficiente, de que manera se averiara menos y durará más, con que fuerza le debemos dar a la tecla, como podemos gestionar el estres que nos producen sus errores y averias, etc, …
Si no hay actitud de ahorrar en nuestra vida personal, si le damos a la tecla sin pensar, si me importa un comino las ganancias de la empresa, si … Estamos hablando de emociones y como las gestionamos.
Si la palabra clave del directivo es motivación y de eso es de lo que tenemos que hablar, lo importante será atraer a la acción formativa a las personas de forma que lleguen a ella del mejor agrado posible y empezar hablando de sus intereses inquietudes respecto al futuro e ir encontrando como estas encajan con los intereses de la empresa. Explicar las teorías sobre la motivación puede ser muy interesante para luego contarlo a la pareja durante la comida pero si no va acompañado de una conversación que ayude a tomar decisiones sobre el dia a dia y herramientas para la mejora en el puesto de trabajo pues no nos servirá para eso último que se supone que era nuestro objetivo.
Mientras escribía este articulo he recibido una llamada he recibido una llamada en la que una gerente me comentaba que uno de sus colaboradores acepta entrar en un proceso de formación/aprendizaje individual. Hace algo más de tres meses se le había hecho la propuesta pero no veia la necesidad. Poco a poco ha ido entendiendo en que consistia y para que le servirá. El éxito está asegurado. o eso espero.
Seguimos hablando