Hoy quiero compartir el articulo que publiqué en Agencia de Aprendizaje el 30 de agosto. Un mes después le sigo dando vueltas y me ayuda a definir mi propósito:
Esta segunda quincena de agosto y primera semana de setiembre estamos aprovechando en Agencia de Aprendizaje para hacer una evaluación del último curso y plantearnos retos para los próximos 12 meses.
Lo estamos haciendo en profundidad con preguntas que ultrapasan el marco de la empresa para llegar a lo personal y profesional:
¿Para que me sirve mi empresa? ¿Qué espero que me aporte mi empresa? …
Y, a partir de aquí, ir avanzando en la revisión de nuestro modelo de negocio, definición de a que necesidades de las empresas queremos aportar propuestas, … Y, por supuesto, ¿qué podemos aportar y qué debemos aprender para poder dar este servicio?
A raíz de estas preguntas he reflexionado en la cuestión del profesional que se mete a empresario. Tal vez a solo empresario de si mismo. Ello le lleva a tener que dedicarse a algo más que a su profesión, tiene que desempeñar una función comercial, una función administrativa…
Puede que seamos muy buenos profesionales pero si nuestra profesión no es la de empresario, ¿seremos buenos gestores? Incluso en el papel de empresarios existen muchas facetas. ¿podemos cubrirlas todas? (comercial, redes sociales, finanzas, gestión de personas, planificación, ..)
En muchas ocasiones resulta que pensándolo bien en realidad lo que nosotros queremos es ser unos buenos especialistas en nuestro ramo (docencia, fiscalidad, diseño web, …) pero nos vemos lanzados a ser empresarios.
En este caso se suele decir que enseguida que podamos deleguemos todas esas funciones que no son el meollo de nuestra profesión, que no es para lo que nos pagan y nos dediquemos a “trabajar” en lo nuestro. Por aquí corre la historia de tres socios informáticos que se contrataron a un gerente.
El antiguo refrán creo que es aplicable aquí: “No se puede estar en misa y repicando”
Pero el caso es que al principio no tenemos recursos económicos para pagar para que nos lo hagan y está claro que no se puede dejar de hacer (“Si no saben que existo no me compran”) Por tanto deberé aprender unos mínimos y dedicarle un tiempo en su justa medida a todo aquello que permite que yo pueda facturar.
Este aprendizaje no es solo útil a corto plazo, también lo es a largo. Nos servirá para saber elegir y controlar mejor los servicios que externalicemos cuando podamos hacerlo.
En Agencia de Aprendizaje te podemos ayudar a poner el foco y a que definas si realmente quieres ser un empresario profesional o un profesional empresario y como recorrer tu camino hacia el éxito